Así como a Robbie Williams cuando era Patch Adams lo querían correr de la escuela de medicina por felicidad excesiva, uno podría dejar pasar esta película y ahorrarse su tiempo argumentando bondad excesiva. ¿Pero qué pasa cuando lo cursi es una meta tan clara como lo puede ser la felicidad?
El director Cameron Crowe bien podría ir todo el día vestido de rosa contando cuentos de cómo hay gente que supera conflictos y le va bien en la vida, y tendría éxito, porque es lo suyo y al parecer le gusta ser así. Lo vimos en Jerry Maguire(1996) en la que el protagonista parte de un conflicto moral y, aunque al parecer se mete en el laberinto sin salida del deporte como negocio, con empeño y optimismo sale adelante. También en el remake Vanilla Sky (2001) el protagonista le da la vuelta a un terrible accidente que lo desfigura y logra “abrir los ojos” para recuperarse. Incluso en la obra autobiográfica de Crowe, Casi famosos (2000), la banda de rock que luchaba contra los problemas del estrellato termina como un buen grupo de amigos y el joven periodista que siente que va a fracasar, publica su crónica en la revista Rolling Stone.
En Un zoológico en casa, Benjamin Mee (Damon) pierde a su esposa y debe cuidar a sus dos hijos: a Dylan (Ford), un adolescente conflictuado, y a la pequeña Rosie (Jones). Para lograrlo decide cambiar radicalmente sus vidas y llega a una casa que parece perfecta, pero viene acompañada de un zoológico. Muchos problemas se avecinan, pues el lugar está clausurado y si Benjamin, junto con el equipo que vive y trabaja ahí, no logra que el lugar cumpla con los requerimientos de seguridad para entrar en funcionamiento, todo podría irse por la borda incluyendo a su familia. Parece una historia fantástica, pero el guión está basado en las memorias del periodista Benjamin Mee quien hasta ahora es propietario del Dartmoor Zoo.
El equipo que trabaja en el zoológico incluye varios divertidos estereotipos: Kelly Foster (Johansson) es una chica que ha dedicado gran parte de su vida cuidar animales olvidando su vida social (les recuerdo que Benjamin es viudo). Está también Lili Miska (Fanning), una inocente chica de campo (para no dejar solo a Mee hijo). MacCready (Macfadyen), un experto cuidador de zoológicos que tiene asuntos con el alcohol debido a una rivalidad con el inspector, se encarga de autorizar la reapertura del lugar, y otros personajes peculiares con pasión por los animales. Entre todos ayudan al periodista que hasta ahora se dedicaba a contar aventuras de otros a vivir la suya propia y, al mismo tiempo, reanimar su vida y la de sus hijos.
Uno nunca espera que todo salga mal, pero de cualquier manera la cinta te exprime los lagrimales de vez en cuando. El paisaje en el que se ubica el zoológico-casa es tan impresionante que uno no se sorprende de que Benjamin Mee haya tomado la decisión de quedarse ahí. Se trata de un lugar alejado de la ciudad, rodeado de campo y árboles, en el que la luz casi siempre hace brillar el cabello de los personajes y las melenas y pelajes de los exóticos animales que complementan el espacio. Es importante rescatar lo que siempre se salva en las cintas de Crowe: la música. La atmósfera de la cinta se completa gracias a las melodías originales compuestas por Jónsi, integrante de la banda islandesa Sigur Rós.
Las actuaciones funcionan y a Matt Damon, el personaje parece quedarle como anillo al dedo. Tal vez influyan más en nosotros la pinta inocente de Rosie (Jones) de siete años, la joven Lili (Fanning) que parece no enterarse de nada pero tener siempre una sonrisa disponible y algunos animales (en especial un tigre) que sensibilizan a la vez que imponen obligándonos a añorar su salvación. En algún momento se siente que todo es una trampa con sabor a fórmula para hacernos caer en las redes de lo cursi; pero cuando nos damos cuenta, ya hemos caído.
Un amigo me dijo hace poco que había suficientes cosas malas en el mundo y que no necesitábamos que nos las recordaran durante dos horas; le recomendé que fuera a ver Un zoológico en casa. En esta cinta, el único supuesto villano prácticamente da risa, y los problemas que sí, son problemas que todos sufrimos como la adolescencia o la muerte de seres queridos (sea un familiar o una exótica mascota), se resuelven poco a poco con amor y sonrisas. Es una buena opción para entretenerse en un domingo familiar; eso si no les da miedo la bondad excesiva.