Por Juan Felipe Ochoa Rodríguez
Tranquilo, alternativo, acústico con tintes electrónicos; lo suficientemente sofisticado para ser un soundtrack en un 50% gay (no más gay que su película, Shortbus, 2006), un 20% heterosexual y otro 30% stereosexuaaaal (no más stereosexual que la película), como si se tratara de un disco de Bowie (y un filme también).
Al hablar de este disco es necesario mencionar su origen, porque gran parte de la música va en sincronía con el relato. Por ejemplo, los cambios iniciales en ukulele del primer track, “Upside Down”, una canción acústica de Scott Matthew (la estrella de este álbum con cinco intervenciones que marcan las pautas y los tonos), son los que se usan para el tráiler, convirtiéndose éstos en el corazón melódico del filme. De igual manera, la última escena es acompañada con la misma canción que cierra la compilación, de forma muy emotiva, ya que todo el elenco participa en “In The End” (mi favorita). El anfitrión del grupo, un “Boy George” (Justin Bond), entona una especie de “Hey Jude” al que todos se le unen para cantar el coro en medio de una orgía… musical.
Otra gran canción utilizada perfectamente para su cometido es “Winter’s Love” de Animal Collective. Con su pop psicodélico experimental participa en la escena en que una chica (Sook-Yin Lee) se masturba; cuando se acerca al orgasmo, los ritmos hipnóticos hacen un juego que embona a la perfección con la intensidad de su respiración, el trance del momento y las imágenes impresionistas de la ciudad.
Al ser una comedia negra en esencia, contrasta bien con bandas alternativas, como los neoyorquinos de Yo La Tengo con su “Wizard’s Sleeve”, una especie de bossa de dos minutos sin letra, simplemente un “pararara” que aunque guarde distancia con lo están acostumbrados a representar (llevan 26 años de música garage) no es más extraño que algunos de sus trabajos anteriores. Igual de contrastantes son “Kolla Kolla” una canción típica de Suecia representada por The Ark, y “This House” de Jasper James.
El melodrama también es una constante con canciones como “Kids” de John LaMonica y “What Matters to Me” de Tiebreaker que nos remontan al mood tristón y tranquilón de Radiohead, como en “No Surprises”.
Hay dos interpretaciones del reparto: Sook-Yin Lee (la chica que se masturba) con “Beautiful”, que automáticamente se posiciona como de las favoritas del álbum, y “Soda Shop” que Jay Brannan interpreta en escena.
Shortbus es una película que muestra una sincera preocupación por problemas comunes como las relaciones de pareja y la depresión, a través de una muy diversa e intensa sexualidad. Uno podría esperar para este filme un sonido más eroticón, más “Wicked Game” de Chris Isaak o más Barry White. Sin embargo, la apuesta por música sencilla aunada a la afectación de las interpretaciones es mucho más inteligente para el soundtrack de un trabajo que explora las complejidades del corazón y las hormonas.