Lee aquí nuestra minicrítica de 'Suspiria'
Suspiria (2018), la versión de Luca Guadagnino, se asemeja vagamente a la trama del original de 1977 dirigido por Dario Argento, pero la nueva propuesta esencialmente es una película completamente distinta que explora ambiciosamente una variedad de temas que oscila desde cómo afrontar la vida después de la guerra hasta la conformidad, pasando por la corrupción de quienes están en el poder, la autorrealización, el feminismo y lo oculto. Después de varias peticiones -constantes e insistentes- del director italiano, el músico y compositor británico, Thom Yorke, decidió asumir la responsabilidad de confeccionar la banda sonora del filme. Guadagnino sabía que el líder de Radiohead tenía todas las capacidades para comprender las cualidades hipnóticas y fascinantes de la banda sonora original de Goblin, deconstruirlas y hacerlas suyas mediante atmósferas que exploran lugares fríos y misteriosos.
El álbum de Suspiria encaja perfectamente con The Eraser (2006) y Tomorrow's Modern Boxes (2014) -los dos trabajos previos como solista de Yorke- al tener frases melódicas memorables en estilos de música abstracta y electrónica. Sin embargo, el extenso álbum se sumerge principalmente en un territorio más aventurero y diverso, y muestra que, al igual que su compañero de banda Jonny Greenwood, Yorke es experto en crear atmósferas sonoras que acompañan a las imágenes cinematográficas. El enfoque ocasionalmente recuerda las bandas sonoras clásicas, la música electrónica antigua y el rock psíquico y progresivo de la época del filme original, influenciado por artistas como Vangelis, Faust y Ennio Morricone. Sin embargo, el músico inglés se centra en explorar una amplia variedad de estilos más allá de la Suspiria de los años setenta. Si bien es cierto que muchas de las piezas son una variedad de paisajes sonoros de ambientes extraños, sueños surrealistas e interludios ruidosos que ayudan a generar un tono ominoso para las escenas de suspenso, también hay algunos temas que bien podrían considerarse dentro de la tradición que Yorke ha moldeado en Radiohead, por ejemplo, el extenso piano de “Suspirium Finale”. En este sentido, Yorke tomó una dirección ambiciosa con la partitura, que incluye coro, orquesta, flauta, sintetizador modular, una orquesta, una flauta, un sintetizador modular y una aparición de su hijo Noah en la batería del tema “Has Ended”.