3 de diciembre de 1985
Allentown, Pennsylvania, EE.UU.
Por José Antonio Quiñones
Oriunda de Allentown, Pensilvania, con tan solo 25 años de edad, Amanda Seyfried es sin duda una de las caras jóvenes más populares de Hollywood. En los últimos años, la industria californiana se ha caracterizado por adaptar cualquier cantidad de historias de otros medios, especialmente de la literatura y, siendo más específicos, de novelas para adolescentes. Aunque Amanda, en efecto, ha participado en un par de películas de este tipo, con el paso del tiempo se ha consolidado como una actriz que puede ir más allá de la simple interpretación de rubia tonta.
Hija de un matrimonio alejado de las artes –su padre es farmacéutico; su madre, terapista–, Amanda comenzó su carrera en los reflectores a los 11 años. Inició con clases de canto y como modelo infantil. Ese mismo año, su rostro fue elegido para la portada de una serie de novelas para adolescentes escrita por Francine Pascal.
Fue hasta la preparatoria cuando decidió tomar cursos de actuación, lo que meses después le daría sus primeros papeles en televisión. Series de maratónica duración como As The World Turns (1954) o All My Children (1970) debutaron a Amanda en el competido mundo de la televisión estadounidense.
Posteriormente, ya con algo de experiencia, Amanda entró a la Fordham University en Nueva York, mientras se comía las uñas por los nervios de saber con qué papel se quedaría en el chickflick, Mean Girls (2004). Finalmente obtuvo el papel de Karen Smith, la clásica rubia babosa. Meses después, Mean Girls se convirtió en una de las películas más exitosas y originales en su año. Además, gracias a esta, muchas carreras se consolidaron. Ejemplos: Rachel MacAdams, Lindsay Lohan y, por supuesto, Amanda.
Es así como Amanda por fin apareció en el horizonte de la fama para comenzar una carrera que a lo largo de los años se ha nutrido de lo mejor y lo más pop del cine estadounidense. Luego de su exitoso debut, le siguió su participación en la película Nine Lives (2005), de Rodrigo García, cinta galardonada como la mejor en el Festival de Cine de Locarno. De ahí regresó a la televisión con las series Veronica Mars (2004) y Big Love (2006), y a algunas otras películas de mediano éxito como Alpha Dog (2006) con Bruce Willis y Justin Timberlake, hasta encontrarse con otro éxito que la llevó al esperado nivel de estrella: la versión cinematográfica del musical de ABBA, Mamma Mia (2008). La película, además de dejarle mucho billete, le dio la oportunidad de trabajar al lado de una leyenda, Meryl Streep.
El thriller sobre el mundo del arte, Boogie Woogie (2009), y la esperada pero poco vista, Jennifer’s Body (2009), de la guionista Diablo Cody, fueron los proyectos que antecedieron a la magnifica Chloe (Una propuesta atrevida, 2009), dirigida por Atom Egoyan, en la que Amanda hace el papel de una escort de mente maquiavélica. Sin duda, su mejor papel hasta ahora.
Podemos decir que entre cada joyita cinematográfica, Amanda decide echar a andar su motor sentimental, popero y gringo. Luego de Chloe, Amanda se enfundó en el papel de una chica que se enamora de un soldado próximo a partir a Irak. Basada en un best seller, Dear John (2010) se perfilaba como un tropezón en la carrera de esta rubia. Sin embargo, como cachetada con guante blanco a sus detractores, la cinta se convirtió en éxito de taquilla y Amanda volvió a consolidarse como una de las estrellas juveniles más rentables del momento.
Luego de protagonizar una comedia romántica bastante mediana junto a nuestro compatriota Gael García Bernal, Letters to Juliet (2010), Amanda se encuentra en la boca del lobo promocionando su más reciente filme, Red Riding Hood (2011), una adaptación libre del clásico de Caperucita Roja dirigido por Catherine Hardwicke (Twilight, 2008).
Red Riding Hood se estrena el 15 de abril en México.